En mi antigua posada no eran bienvenidos mis muchos amigos, a los que importunaban con falsas promesas del buen vivir y engañosas baratijas cada vez que osaban acercarse a mí; ¡¡y eso cuando no les cerraban directamente la puerta en las narices!!. Así que tuve que coger mi zurrón de dibujos y un poco de agua para el camino y me trasladé a un prometedor lugar donde puedo recibir mejor a mis visitas. He dejado las señas en el libro de direcciones.
Don Javier de Pintas y Monas
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